¿Qué sostenibilidad tiene nuestro sistema alimentario?
El acceso a la comida de calidad es uno de los principales desafíos de nuestro tiempo: alimentar a la creciente población del mundo, y alimentarla adecuadamente y con prácticas de producción sostenibles. La producción de alimentos conlleva relaciones intensivas y extensivas con el medio ambiente. Muchos de los principales problemas ambientales globales están relacionados con las prácticas agrícolas. La industria agrícola y alimentaria están posicionadas en una situación de privilegio para realizar contribuciones constructivas y esfuerzos dirigidos a solventar estos problemas.
¿Qué sostenibilidad tiene nuestro sistema alimentario? 160 litros de combustible son necesarios para producir una tonelada de maiz en los Estados Unidos. Producir un kilo de ternera supone un gasto de 8-15 kilos de cereales en producción de engorde a corral; además, requiere 10.000 litros de agua, genera 35 kilos de gases de invernadero y produce desechos que hay que procesar responsablemente. Hay una creciente preocupación pública por el bienestar de los animales y aves en jaulas, por el uso de antibióticos en la comida y por el valor alimentario de la carne producida en tales condiciones. Por otra parte, la agricultura es el principal usuario de agua potable, alcanzando el 75% del uso humano del agua. En muchas partes del globo estamos al borde de una crisis de sequía, magnificada por el cambio climático. Mientras tanto, el aumento de la cadena de abastecimiento alimentario extiende la producción de carbono, mientras que la producción inmediata centralizada conlleva nuevos problemas alimentarios.
También existe preocupación por el impacto de los crecientes costes energéticos, el desvío de alimentos para la producción de biofuel, el agotamiento del suelo, los fertilizantes químicos, la recalificación de terrenos de cultivo para usos residenciales y comerciales, la deforestación para aumentar el terreno de cultivo, el agotamiento de fuentes de alimentación naturales como la pesca, la crisis del agua potable, etc., sólo por mencional algunos aspectos clave derivados de nuestros actuales sistemas alimentarios.
Mientras tanto, nuestras necesidades alimentarias no cesan. Se estima que la producción alimentaria deberá aumentar en un 50% en los próximos 20 años para satisfacer el aumento de la población global y los hábitos de consumo y el incremento de la demanda de carne y lácteos. Esto no sólo tiene consecuencias medioambientales, sino que la inflación de precios resultante también produce consecuencias negativas para las sostenibilidad social.
En este contexto, algunos expertos han comenzado a hablar de “pico alimentario” para referirse al estiramiento de la capacidad de producción de la tierra más allá de sus propios límites.
¿Qué se puede hacer? ¿Cómo un sector que es parte del problema puede convertirse en un actor crucial para el hallazgo de las soluciones necesarias? ¿Cómo podemos crear ecosistemas alimentarios sostenibles? ¿Cómo podemos desarrolla una agricultura baja en carbono? Además, ¿cómo pueden contribuir los sistemas alimentarios a la disminución del carbono? ¿cómo podemos disminuir el gasto de agua? ¿Cómo podemos aumentar el bienestar animal? ¿Cómo podemos cambiar nuestro hábitos alimentarios para que sean más saludables y emplear de mejor modo nuestros recursos para alcanzar un sistema alimentario global más equitativo?
Solo podemos responder a preguntas tan amplias con una nueva revolución verde, cualitativamente diferente de la previa revolución verde del siglo XX y potencialmente transformadora
¿Cómo aumentar la compresión pública de la nutrición y de las prácticas alimentarias comunitarias?
Se estima que tres cuartas partes del gasto en salud pública del mundo desarrollado se produce a causa de enfermedades crónicas ― tales como problemas cardiacos, infarto, cáncer y diabetes―, muchas de las cuales podrían prevenirse mediante la dieta. Tendencias similares se manifiestan en otros países desarrollados, e incluso las dietas de los países en vías de desarrollo comienzan a parecerse cada vez más. Mientras tanto, el acceso a alimentos perjudiciales es una de las principales consecuencias del aumento de la desigualdad global, y se traduce en malnutrición, hambre, enfermedad y disminución de la expectativa de vida de la población mundial.
Este es el trasfondo actual del trabajo de investigadores y docentes en el amplio rango de disciplinas vinculadas con la alimentación y la nutrición humana, desde las ciencias agrícolas hasta las ciencias de la salud, desde la economía a la sociología, desde los estudios de sostenibilidad de sistemas hasta la estética y las artes culinarias. En su base, el objetivo de todas estas aproximaciones puede resumirse como la disponibilidad equitativa, nutricional y segura de las reservas alimentarias.
La alimentación y las ciencias de la salud necesitan cooperar para solventar estos retos. ¿Cómo aseguramos la soberanía alimentaria a escala local y global? ¿Cómo aumentar la confianza pública en la seguridad alimentaria, aumentando la comprensión de las nuevas tecnologías y exponiendo asuntos frecuentes, tales como la seguridad microbiológica, los cultivos genéticamente modificados, la salud y el bienestar animal y los aditivos alimentarios?
¿Cómo reconducir las políticas de los sistemas alimentarios?
Los gobiernos han intervenido ampliamente en la agricultura y la salud públcia. En el caso concreto de la agricultura, la intervención gubernamental produce controversia, cuestionando el papel del gobierno en relación con los mercados, el proteccionismo versus el libre mercado, la soberanía alimentaria o la discusión acerca de si las políticas agrícolas deben venir determinadas por el mercado global y las dificultades que los países subdesarrollados tienen para vender sus productos en los mercados proteccionistas de los países desarrollados.
En el campo de la salud pública, el aumento en la salud y el bienestar en los países en vías de desarrollo suponen simplemente en muchos casos una oportunidad para comer una vez al día. Sin embargo, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo las políticas gubernamentales para la mejora de la salud requieren la integración de las necesidades nutricionales con el crecimiento económico y los objetivos de desarrollo. En esta agenda debe incluirse el sistema de seguridad social, la educación referente a la dieta y las necesidades nutricionales, así como los cambiantes estilos de vida y la elección de alimentos. También es necesaria la colaboración política para alcanzar los objetivos de salud nacionales, con énfasis en la nutrición y las ciencias alimentarias. La comunidad médica también tiene un papel que ejercer a la hora de considerar el impacto de la dieta y la nutrición en la salud.
Los miembros de comunidades productoras también ejercen un papel que va desde los agronegocios globales que necesitan adaptarse a la variabilidad de los mercados y las normas sociales, hasta las empresas de comida local o de alimentación orgánica alternativa, así como las organizaciones de derechos de los trabajadores agrícolas, los grupos que velan por las prácticas de los agricultores de todos el mundo, de los cuales aproximadamente la mitad no poseen terreno ni maquinaria y trabajan en condiciones de cuasi-servidumbre.
Los movimientos sociales y los grupos de presión también ejercer su actividad, que va desde los grupos de agronegocios hasta las asociaciones locales y orgánicas, los movimientos de alimentación alternativa tales como vegetarianos y veganos, slow food y alimentación saludable, así como los esfuerzos por crear jardines y enseñar cocina, salud y nutrición en las escuelas.
Finalmente, los educadores e investigadores intervienen en el estudio de los problemas, propuesta de soluciones y comunicación de sus investigaciones al público por los medios disponibles, así como en programas de educación formal. Es necesario el mayor esfuerzo educativo para informar al público de las necesidades humanas nutricionales, promover la producción de alimentación saludable entre productores y manufacturadores, empleando sistemas sostenibles. Mientras la salud y el bienestar son una creciente industria global, todavía hay miles de ciudadanos en el globo que están malnutridos o carecen de comida suficiente para satisfacer sus necesidades básicas nutricionales y necesidades fisiológicas.